Adiós, Mamá

 Madre, un débil hilo

te ata con la vida.

Pronto no estarás.

Sentiré tu ausencia

en la casa solitaria

y en el recuerdo resonará tu eco

como una onda de gozo.

Tu presencia añorará

la fría memoria

y a tu cama vacía

extrañará la mañana.

No podemos remediar que todo pase;

por lo que no permanece,

alguna vez las lágrimas

humedecerán mis ojos,

mientras la flor de tu nombre

musiten mis labios

con congoja.

No olvidarán mis días

tu mirar candoroso

y en el espejo del alma

quedará reflejada tu bondad,

la voz de tu inocencia

en el amargo sinsabor.

Cuando yo también pase

se reunirán nuestros recuerdos,

unánimes en el atardecer.


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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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