De Los Genios, de Jaime Bayly

 Hace estos días en el levante un calor intolerable. No se para de sudar. El resultado de las elecciones de ayer nos ha dejado perplejos y, también, sudorosos. Cuatro años más de lo mismo puede resultar asfixiante. He pasado la mañana a la espera de un transportista que me ha traído un paquete. Cómo no, libros. Hay agoreros que presumen que a los libros no les queda futuro. Yo opino que son el clavo ardiente al que aferrase si no se quiere sucumbir a la hecatombe tecnológica, de la cual solo sacan provecho unos cuantos listos.

En la tarde he salido a estirar las piernas. Paseo que ha desembocado en una librería low cost de la ciudad, donde he adquirido un volumen de las obras completas  de Josep Pla, en catalán; una joya como casi todo lo del escritor ampurdanés; y  un par de novelas de Vargas Llosa. A la salida, el calor agobiante me ha exigido meterme en El corte inglés. La pereza de volver a casa bajo el riguroso clima y preparar la cena, me ha impulsado a ascender hasta la cafeteria de los grandes almacenes y dar cuenta allí de una merienda cena. El caso es que tales impulsos comienzan a ser demasiado frecuentes. Veremos cuando a fin de mes pasen factura de lo acumulado en la tarjeta. 

Tras el refrigierio, he permanecido contemplando los tejados de la ciudad, que pueden sugerir lo más variopinto como a Cojuelo. Luego, he curioseado los libros de Vargas y he recordado un video visto durante la mañana sobre la novela de Jaime Bayly, Los genios.El libro se ha convertido en un fenómeno editorial. Y eso es lo que los editores quieren que sean los libros: fenómenos. Vargas Llosa y Bayly ya no son escritores, sino fenómenos mediáticos. A Mario Vargas Llosa se lo conoce ya más por su trayectoria que por su obra. Pocos son los que lo hayan leído a fondo, pero bastantes más los que saben de sus premios y galardones, su agenda viajera, o sus lios de faldas y demás comidillas. Bayly, otro fenómeno, es igualmente conocido biográficamente y por su asidua aparición en las pantallas televisivas. Bayly me ha parecido un personaje que trasciende el fenomeno literario; lo suyo es una histríonica puesta en escena, o una suerte de reality o performance que el autor comparte con sus lectores. Bayly es consciente de su dimensión de fenómeno, y en cuanto tal proyecta su obra. En Los genios abandona toda trascendencia y recurre al chisme. Narra un peripecia en torno al sensacionalista crochet de derecha que Mario propinó a Gabo. La causa real que motivó la trifulca ha permanecido en el silencio; ambos protagonistas se atuvieron al no comment. Bayly no se detiene en analizar los motivos reales tampoco, sino que partiendo de la riña, fantasea y desarrolla un chisme fabulesco que sea comidilla en los bastidores literarios. Veía a Bayly manifestarse en la pantalla y lo reconocia un medium transmitiendo los misterios del Parnaso a unos embelesados neófitos de la lectura. La literatura parecía haber perdido su fondo más entrañado hasta convertirse en vehículo con el que propagar las patrañas más extravagantes a incondicionales descarriados por la fantasía. No es nada extraño que muchos autores anónimos no rasquemos bola pues así de palmariamente nos hallamos alejados del nivel de fenómenos. Ellos son como surfistas que permanecen en la cresta de la ola, mientras que nosotros hace ya tiempo que probamos el sabor amargo del mar.



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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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