El mundo en mis manos

El mundo en mis manos

 He comprado un pequeño hemisferio.

Es un una esfera blanda, suave, 

que se atrapa con la mano

como una pelota de tenis o beisbol,

aunque su fin sea más doméstico que deportivo

La sensación de pasarla de una mano

a otra es agradable; me da la sensación 

de suficiencia frente a un mundo

en el que siempre me he sentido atropellado,

empequeñecido, anonado por su caos,

aprisionado en el vértigo de sus dimensiones.

Lo que aprieto con mis dedos es Brasil;

lo que golpea en mi palma,  Australia y China.

En el hueco de mi mano caben

los mares procelosos, las elevadas cordilleras,

los continentes que lo circundan.

¡ Cuán fácil abarcarlo frente a mi mesa,

sentirse por una vez como un fatuo diosecillo

que puede gobernar su rumbo,

interferir su órbita, estrujar entre las manos

su inabarcable extensión. No siento

ante su fragilidad voluptuosidad de dominio

como Hinkel ( Chaplin) en El gran dictador;

mi mirada es la del modesto inquilino

que no olvida musitar el continuo por qué,

aunque revelar enigmas no incumba

a su voluntad arrolladora de móvil perpetuo.

Su contacto me tranquiliza, mesuro

su pequeñez y me convenzo de que su vastedad

puede ser hollada, acomodada a la medida

del hombre; suyas las infinitas veredas,

el pulular de las muchedumbres y los pueblos,

la flora y fauna de su cosmos redondo y fecundo,

las furiosas acometidas de los océanos;

aminorada la gravedad de sus catástrofes

y prevenida la virulencia de sus plagas.

Con este mundo a la medida de mi mano,

me convenzo de que de algún modo pueda

hacer mías las cosas, o cuando menos

las que se circunscriben a mi mundo,

en el que por una vez me siento dueño de algo

y acaso pueda trascender lo irremediable.

Nuevo manifiesto surrealista

Nuevo manifiesto surrealista

 La España actual bulle como un avispero. Sí Pablo Iglesias dijo alguna vez una verdad,  ésta era que el "sistema" estaba corrompido. ¿ Gozaba él entonces, pues como vicepresidente tuvo acceso al CNI, de cierta información que el resto de españoles desconocíamos? Hoy, se ha publicado un escrito en defensa del actual gobierno y su principal valedor, Pedro Sánchez, firmado por una extensa lista de integrantes de la "cultura". En ella destacan nombres como Almodóvar, los Barden, Ana Belén y Víctor Manuel, Miguel Ríos, Rosa León, García Montero (como no podía ser menos), Rosa Montero ( y eso que empezaba a caerme simpática), Buenafuente, Loles León, ciertos periodistas y algunos otros que fueron antiguos ministros socialistas y de izquierda unida, demostrando una sumisión ideológica más allá de todo los razonable, y, lo que es peor, contra todo fundamento moral, que deja aun al observador asaz desapasionado en la más completa perplejidad. Contar entre tales nombres a alguien  como Joan Manuel Serrat, es algo que nos llena de tristeza, pues nuestra juventud y vida se halla de alguna manera vinculada a sus canciones. ¿Tendrán que ver muchos de sus reconocimientos y  galardones con el coqueteo ideológico y partidista? España sigue siendo la de siempre: Joselito o Belmonte, El Madrid o el Barça, rojos o frente populares, o ése es al juego al que pretenden abocarnos, vaciando toda evidencia de contenido. Muchos de los firmantes seguramente deben lo que son gracias a comprometidos compromisos, difíciles de explicar y justificar, con la ideología a que sirven y cuyas consignas divulgan, a un precio cuyo alcance ignoramos. En cualquier caso, en esa lista resuena la ausencia de un nombre que durante mucho tiempo fue un ariete de los elencos contraculturales: ¿ Dónde está Sabina? ¿Será de los pocos en los que aún resta la vergüenza torera?

Flor herida

Flor herida

 Aunque parece que no supura,

la flor esta sangrando, 

hasta empapar los pétalos

de su cáliz y resbalar

goteante por su corola.

Del suelo recogí esa flor herida

sin saber cuál fue el puñal

que la había penetrado,

indiferente a su frágil belleza,

hostil a la pureza de su aroma,

ciego en su bastardo desprecio.

Nada puede remediar la seca puñalada,

nada devolverá su hermoso esplendor.

Quizá no se prolongue su languidecer

moribundo y se apresure, exangüe,

la marchita rigidez sin vida.

Es raro que yo te recoja,

apiadado por tu mustia muerte,

y  que con ánimo triste derrame

por ti sincero llanto.