El mundo en mis manos

 He comprado un pequeño hemisferio.

Es un una esfera blanda, suave, 

que se atrapa con la mano

como una pelota de tenis o beisbol,

aunque su fin sea más doméstico que deportivo

La sensación de pasarla de una mano

a otra es agradable; me da la sensación 

de suficiencia frente a un mundo

en el que siempre me he sentido atropellado,

empequeñecido, anonado por su caos,

aprisionado en el vértigo de sus dimensiones.

Lo que aprieto con mis dedos es Brasil;

lo que golpea en mi palma,  Australia y China.

En el hueco de mi mano caben

los mares procelosos, las elevadas cordilleras,

los continentes que lo circundan.

¡ Cuán fácil abarcarlo frente a mi mesa,

sentirse por una vez como un fatuo diosecillo

que puede gobernar su rumbo,

interferir su órbita, estrujar entre las manos

su inabarcable extensión. No siento

ante su fragilidad voluptuosidad de dominio

como Hinkel ( Chaplin) en El gran dictador;

mi mirada es la del modesto inquilino

que no olvida musitar el continuo por qué,

aunque revelar enigmas no incumba

a su voluntad arrolladora de móvil perpetuo.

Su contacto me tranquiliza, mesuro

su pequeñez y me convenzo de que su vastedad

puede ser hollada, acomodada a la medida

del hombre; suyas las infinitas veredas,

el pulular de las muchedumbres y los pueblos,

la flora y fauna de su cosmos redondo y fecundo,

las furiosas acometidas de los océanos;

aminorada la gravedad de sus catástrofes

y prevenida la virulencia de sus plagas.

Con este mundo a la medida de mi mano,

me convenzo de que de algún modo pueda

hacer mías las cosas, o cuando menos

las que se circunscriben a mi mundo,

en el que por una vez me siento dueño de algo

y acaso pueda trascender lo irremediable.

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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