La plaza estaba sola cuando llegué,
Las baldosas húmedas,
El silencio terso como cristal.
Me senté porque no podía pasar sin más.
Aquella quietud tenía cosas contar,
Como si supiera algún secreto
De la mañana y del latir del tiempo.
Las piedras longevas de sus palacios
Parecían ser sabias, conocedoras
Del paso de los hombres y las edades.
Su recuerdo seguramente guardaba
También algo de mi pasado,
Cuando en un lejano olvido me senté,
Penetrado también de silencios y de soledades.

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