La plaza callada


 La plaza estaba sola cuando llegué,

Las baldosas húmedas,

El silencio terso como cristal.

Me senté porque no podía pasar sin más.

Aquella quietud tenía cosas contar,

Como si supiera algún secreto

De la mañana y del latir del tiempo.

Las piedras longevas de sus palacios

Parecían ser sabias, conocedoras

Del paso de los hombres y las edades.

Su recuerdo seguramente guardaba

También algo de mi pasado,

Cuando en un lejano olvido me senté,

Penetrado también de silencios y de soledades.

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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