VENECIANAS IX: PINTURA VENECIANA

Entre los edificios emblemáticos de Venecia destacan las llamadas Scuolas. Fueron erigidas para acoger entres sus muros las sedes de las cofradías gremiales; solían ir dedicadas al patrón al que se encomendaban cada a una de las actividades u oficios, y para su edificación se acudía a los arquitectos de mayor prestigio en la ciudad; así para la de san Marco se contrató a Codussi, a Sansovino, en la de la Misericordia, en la del Carmini a Longhena, y para la de San Rocco a uno menos relevante, pero que nos a dejado una de las fachadas más deslumbrantes de Venecia: el Scarpagnino.

Pero San Rocco es tan celebrada por su fisonomía exterior como por su decoración interna. Esta no pasó de ser irrelevante, hasta que se convocó un concurso para decorar la sala del Albergo, que es donde se reunía el consejo y para la que se buscaba algún elemento artístico que la ennobleciera. Se eligió como tema la consagración de San Rocco, y entre sus concursantes se hallaban artistas de la talla del Veronés, Salviati o Zuccari, pero,finalmente, quien se llevó tal honor fue Tintoretto, ese voraz acaparador de encargos, que diría Sartre, para cuyo logro se valió del avispado ardid de en lugar de presentar el esbozo de la obra como hacían sus contrincantes, epatar con el propio lienzo acabado. Profundo debió ser el entendimiento entre la presidencia de la cofradía y el pintor tras estos primeros contactos, pues de tal complicidad surgió el encargo posterior de decorar por entero la Scuola. Robusti debió emplear en ello todo su empeño, puesto que lo que nos ha legado es la consumación de una segunda sixtina italiana. La planta superior de la Scuola, a cuya cabecera se adosa la sala del Albergo, es una de la estancias de mayor excelencia de Italia, englobando el ciclo pictórico más completo elaborado jamás por un sólo artista, en el cual se recogen muchas de sus obras más esenciales, comprendiendo un dilatado período de su vida.

En la sala del Albergo, deslumbra la magnificencia de su Crucifixión, una de las más completas y estremecedoras abordadas jamás por cualquier artista, en donde aparte de su interpretación teológica y su evaluación pictórica, asombra la complejidad de la tarea, quizá solo equiparable al majestuoso Paraíso, que preside la sala del Maggior Consiglio, en el palacio Ducal. Quizá sea Tintoretto uno de los artistas más fecundos de la historia de la pintura, y de los más rápidos también, con el permiso de Giordano. En cualquier caso, sus excelentes aptitudes le situaron en la mejor disposición para recibir valiosos encargos, tanto institucionales como de particulares. En la sala superior del la Scuola, que mereció el encomio de un James y la celebración de un Ruskin, si uno la pasea con el sosiego y la atención que requiere, se puede seguir la evolución del lenguaje plástico de Robusti hasta en sus últimas épocas, esas en las que pintara el revelador misterio de Santa María Egipciaca en meditación, donde un nuevo concepto de la luz sondea y hace tangible la vivencia de toda espiritualidad mística. Frente al Tintoretto proteico, artífice de los más convencionales y desmesurados encargos, aquí no encontramos, junto a ese otro lienzo parejo de Santa María Magdalena, con el Jacopo Robusti más auténtico y personal.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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