RAZONES PARA ESCRIBIR


Es importante para el escritor conocer cuál es la fuente más profunda de su vocación. Dicho conocimiento redundará en que su "carrera" no naufrague en el piélago de contrariedades que suelen coartar el desarrollo de su oficio. Para que su vocación prospere deberá mantener una idea lúcida de cuál es la meta de su proyecto profesional y permanecer advertido de cuáles son sus límites.

De la escritura se maneja una visión sublimada, que poco tiene que ver con su ejercicio normal. Se tiene de ella una perspectiva relacionada con el éxito. Y este se reviste de una naturaleza aleatoria que puede darse o no en la vida del escritor. Es indudable que todo artista sueñe con él éxito, sobre todo si se es joven; un éxito que quizá lleve implícito una correlativa redención económica. Quien maneja estas premisas seguramente saldrá frustrado.

Se escribiría todo un ensayo sobre la vicisitud del éxito, pero hay que estar sobre aviso de que éste puede no darse en la vida de un escritor. ¿Cuántos novelistas y poetas no habrán malogrado sus vidas por falta de un reconocimiento, cuando no por la lacra más dolorosa del olvido histórico? Durante el pasado siglo XX deben contarse por centenas los plumíferos, que diría Borges, a los que ha sido reservado el ostracismo en el mundo de las letras. Pues no pocos escritores debieron haber rasgado sus vestiduras por no ser galardonados con la anuencia de crítica y público. Convenimos, pues, que el éxito no es todo, y que puede darse una trayectoria noble como escritor sin gozar de ese beneficio aparente de la fortuna literaria.

Escribir para todo escritor que se precie es una necesidad; se escribe por necesidad, por imperativo de la voluntad que nos alienta; porque el escribir comparte una misma esencia con la vida; al menos, para el escritor vocacional. Se escribe para vivir; y, finalmente, también se vive para escribir. Porque en la página en blanco es donde desangramos nuestra alma, y nuestro destino encuentra una justificación.

Como ejemplo, me sobra con ese aliento que me trasmite Neruda en sus Alturas de Macchu-Picchu, donde, independientemente del éxito o el fracaso, su palabra nos alimenta, arrancando un jirón del alma del mundo en un retazo de palabra viva.

¿Qué haremos, pues? ¿Desesperaremos por la ausencia del éxito, mendigando las migajas de la puerta editorial? ¿Mendigaremos la bendición interesada de alguna señalada prosapia literaria, para que podamos medrar en ese mundillo impredecible? No! sino que apretaremos los dientes y andaremos nuestro incómodo camino, porque nuestra palabra es nuestra sangre, y nuestra voz un vigía que puede atisbar acaso una mundo renovado en medio de la desolación.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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