CIUDAD VACÍA

Partieron los últimos trenes de la tarde.
Las calles quedaron vacías,
escoltadas en las aceras por árboles desnudos.
Cruzó un ciclista, mientras mis pasos
salpicaban el barrillo de la lluvia reciente.
Una farola irradiaba una luz tenue, casi astigmática.
Pájaros oscuros sobrevolaron el crepúsculo.
En los balcones goteaba alguna ropa tendida.
Ladró un can al paso de algún coche.
 En una ventana,  un acorde de guitarra
rasgaba la pesadumbre del silencio.
De pronto, unos pasos me acompañan.
Se percibe un taconeo acompasado
de calzado de mujer. Cuando
intento reconocerla, dobla en la primera esquina.
Su andar me pareció familiar. Tal  vez
podría haber sido ella,
aunque me consta que no está ya en la ciudad.
¿Telefonearla quizá?
Nada aliviaría la cruda condena de la soledad.


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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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