Arenga

 La derrota de Afganistán es una vergüenza para occidente. Que el ejército que desembarcó en Normandía y plantó su bandera en Iwo Jima tenga que pedir permiso para evacuar a los suyos en el aeropuerto de Kabul es un dato que lleva a la reflexión. Occidente debe recapacitar sobre su propia identidad, escudriñar las causas de su debilidad. El recuerdo de quienes fuimos y nuestra mezquindad actual hemos de poner en la balanza, sopesándolas con la antiguas virtudes que nos formaron: sabiduría, justicia, fortaleza y templanza. Nuestra voluntad está siendo quebrantada y la salud  minada por tenebrosos vampiros que quieren aniquilarnos, falsas doctrinas que nos conducen a la decadencia y al exterminio. El eco de Nietzsche ha sido escuchado, nuestra sociedad ha trasvalorado sus valores, intercambiándolos por otros que solo sirven a su propia ruina. Que estos no coincidan con los que preconizara Nietzsche y se aproximen más a los de un socialismo libertario, no quiere decir nada; tampoco eran referentes muy válidos Zaratustra y Dionisos. La que padecemos hoy es una larga enfermedad que venimos arrastrando, en la que se reconoce nuestra decadencia.. Conducidos por políticos falsarios y oscuros intereses opuestos  a la libertad y la salud del pueblo, nos precipitamos hacia un horizonte de esclavitud  y degradación. ¡ Resurjamos de nuestra actual miseria! ¡Restablezcamos nuestra fe! Recordemos que solo es libre el hombre que no tiene miedo. Es triste que pueblos en la miseria vengan a educarnos. Volvamos el rostro a Dios, solo el triunfa en la batalla. Occidente ha perdido su norte y es un rebaño sin pastor al que devorarán sus enemigos. Yo voy para la vejez pero me apena ver un mundo sin libertad, sin justicia, sin verdad. ¿Qué hemos aprendido de la historia para dejarnos arrastrar a la debacle por su mismo torbellino? Sabemos que en toda opulencia se encuentra el germen de la decadencia. Regresemos a lo valores óptimos, austeros, saludables, vigorosos y confiemos en que la parábola de nuestra civilización no haya encarado ya su tramo de descenso.

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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