Ninguno asió la mano

 Podía haber encerrado en mi pecho

el latir del universo y descerrrejar

el candado que oprimía mi libertad,

pero ésta se alejó como un pájaro

aventurándose en el diluvio sin regreso.

Reventé como un vidrio roto

después del último brindis de despedida,

que ya nunca recompondría su intregidad.

Mi sombra caída y sombría,

rodeada de alimañas disputando sus despojos,

se desangraba de noche y de misterio,

aguardando el cataclismo de la aurora,

en desbandada de palomas y de números.

En la última desolación yacía

mi cuerpo convulso, reconcomido

por los ácidos de la soledad 

y el resquemor del desengaño,

reclamando la apretura de una mano

que compartiera el via crucis

de un pasajero del peligro sin compinches.

Ninguno asió el miembro

y prefirieron el desdén,

y que un ráfaga fría de luna

rebanara el candor entrañado

que de la refriega pervivía.

Entonces supe que tras el dolor definitivo

los hombres no vuelven a llorar.

En los tiempos que corren

ya no quedan samaritanos.

Asi me vieron los ojos de los cielos;

bajo la cúpula de estrellas,

brizna de paja era el alma,

malentendidos nuestras convicciones,

baldío cualquier sufrimiento.

Porque al morder la raíz

dolida de la vida,

se siente en la boca 

el amargor que su fibra esparce,

la acidez secreta de su túetano.

¿Volverá algún día el calor,

el regocijo reintegrado

tras esa lucha jacobita

de la que salí trastabillante?

Ninguno quiso saber,

ninguno volvió la cara

ante lo que la existencia

en carne viva reclamaba.

¿Qué sería de mí,

qué de la esperanza?

-pensé cuando rodó la espiga

por la hoz de la indiferencia seccionada.

Pero, ¿ por qué seguir atando cabos

de añosos hilos deshilachados?

El recuerdo es un jandicap

que impide reconocer

que, aunque el río sea el mismo,

nos bañamos en agua nueva.

Perder de golpe nuestras razones

nos dispone para el milagro de la fe.



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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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