PIJOS, PIJAS, PIJES

 No me gusta ocuparme de la política. Tira más de mí la idealidad plátonica, que la sustantividad aristotélica. Asomarse a la parafernalia política nacional es algo que nos deja exangües. El parlamento lo ocupan asalariados farsantes; analistas de medio pelo cubren los comentarios de actualidad, España se tuesta de cara al sol mientras profanan los restos demonizados de tancrédicos generales, que esperaban en babia la embestida del toro patrio. Lo suyo era coger al toro por los cuernos, pero es el toro el  que los ha agarrado por el rabo. Quedan en la patria ya pocos toreros que excusaban de beber, por mor de evidenciar sus miedos. Lo durante siglos denostado, ondea airosa la oriflama multicolor. ¿Qué pensarán los hérores, maldecirán los santos, desmoralizados quedan los mirmidones ante ese valor que se les supone? Regía un Dios de ejércitos; lo suplanta una entidad de cagamandurrias. Y es que el ambiente se empieza enrarecer en la confusión de las sombras, en el cuerpo a cuerpo de las rijosas debilidades, ahítas de cannabis legalizado, con el desmayo de las bajezas animales, dilectas de revolcarse en el fango, y rodeados de tantos pijos, pijas, pijes como abundan.

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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