Voyeurismo

 Me gustan los bares

con amplios ventanales

frente a los que discurren

episodios tangenciales

de hombres y mujeres

en ajetreado hormigueo,

esclavos de sus tareas,

galeotes de su recreo.

Pasaría ante sus lunas

las horas muertas

aplicado al ejercicio

de desgranar cada cuenta

de su rosario mundano,

en labor acaso importuna,

de curiosear en los humanos

su variada fortuna

tanto en jóvenes como veteranos,

los detalles singulares

de su trayectoria y cuna.

Frente a mí pasa lo cotidiano,

y lo pretérito lo ensoñamos. 

La vida reparte desigual fortuna

de dones y menoscabos,

de certidumbre y dudas,

de venturas y llantos.

La muchedumbre aguarda

el cambio de color del semáforo,

agredida de publicidad falsaria,

de los saldos del comercio,

de la mano que postula

mientras vigila una cámara

el quehacer colmenero

y las bocas del metro

de cuarto en cuarto

vomitan gente al asfalto

pugnando por llegar primero.

Fugaces autos que van pasando;

alameda abajo, los jubilados;

en un parterre,  niños jugando.

Algunos paisanos pasean perros,

cruzan parejas de enamorados

y de cuando en cuando, 

los pajarillos salen volando

desde algún árbol como asustados,

y al observarlos concluyo y juzgo

que, en este largo asueto

de jubilado, ante mí se reúne,

mientras descanso el esqueleto,

El gran teatro del mundo

con sus virtudes y sus pecados,

sus alegrías y sus pesares,

en esa feria de vanidades.

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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