El EGIPTO DE LOS FARAONES

En estos días he estado leyendo un libro excelente: El Egipto de los Grandes Faraones, de Christian Jacq. Como muchos libros dedicados a Egipto resulta deslumbrador y colma nuchas de la expectativas despertadas con su compra. Para mí, casi todos los libros referentes al antiguo Egipto revisten la misma críptica fascinación de sus viejos jeroglíficos. Recuerdo con sumo placer la lectura sobre todo de un libro que satisfizo profundamente mi sensibilidad: La Civilización del Egipto Faraonico, de Françoise Daumas, publicado por editorial Juventud. Aparte de su rigor en la divulgación histórica, constituía un fascinante proyecto de creación literaria. La fructuosidad de su lenguaje, la claridad en la exposición de los diversos temas y la acertada estructura acabó por engancharme, hasta acuciarme a sumergirme por segunda vez en el placer de su lectura.

En El Egipto de los Grandes Faraones, Jacq nos hace respirar toda la magia que envuelve a esta vieja civilización que se desarrolló a orillas del Nilo. En la profundización sobre estas figuras egregias cuyas personalidades distinguieron las distintas épocas abarcadas por esta experiencia humana que significó el Egipto faraónico, Jacq analiza las distintas dimensiones de ese mundo complejo, el cual aún sigue perdurando como enigma. Porque por mucho que se investigue, descubra y sintetize ese puzzel disperso, siempre existirá más de lo que se ignore que de lo que se conozca acerca de él. La arqueología, principal metodo de acercamiento a esta civilización casi prehistoriográfica, no nos puede desvelar con veracidad siquiera aproximada sus conclusiones. Y en esto quizá reside su encanto; el historidor de Egipto puede divagar a través de sus conjeturas poco esclarecidas, y, contando con los materiales aportados por la investigación, crear la mejor de la idealidades posibles.

Cuando uno ese acerca a la visión del antiguo Egipto siempre le rodea ese halo lleno de misterio de su poética, con una potencia casi tan arrolladora y caracteristica como la que pueden ofrecer las grandes civilizaciones de Asia: China, Japón o el sudeste asiático. Descifrar el enigma de sus momumentos, divulgadores de una riqueza cultural incomparable, nos hace abordar demensiones desconocidas, dilucidar las coordenadas de un mundo extraño que se regía por unos fundamentos incomprensibles para el hombre actual materializado. El mundo moderno ha optado por desacralizarse y he ahí una de las claves de su actual desorientación, de nave a deriva en la procela de la historia. Ello, entre otras cosas, es la clave de que muchos ojos traten de penetrar el misterio del viejo Egipto, de buscar en ese orden místico que da significación a sus templos y monumentos un arraigado pilón para nuestro naufragar contemporáneo.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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