VENECIANAS XX: CAFÉS DE VENECIA

Tal vez la tradición italiana, como ocurre con la austriaca, no se distinga por sus cafés, aunque sí por su café que, seguramente, es el más especial del mundo. ¿Quién no queda sorprendido al paladear esa suculenta y escasa crema pastosa que llaman café espresso?. O ¿quién no ha experimentado alguna vez en Viena ese momento placentero de paladear un buen café vienes acompañado de su reconfortadora resposteria?. Quizá signifique un refrigerio genuino, altamente gratificador. Pero, mejorando lo presente, también en italia subsisten cafés llenos de tradición. Se me ocurre, por citar uno, el Grecco de Roma, con esa situación idónea en via Condotti. Sin embargo, es en Venecia donde dichos cafés, sobre todo los ubicados en la plaza de San Marco, han cobrado especial fama. Los de más tradición son el Florian, el Quadri y el Lavena. Ante todo se les recuerda por la brillantez festiva de sus orquestas, que llenan la atmósfera de la plaza de una risueña algarabía.

El más antiguo y, sin duda, el más espectacular es el Florian. Por sus salones bellamente decorados ha pasado la flor y nata de las personalidades mundiales durante centurias. En el mundo literario, su frecuentación supuso una exigencia para aquellas memorables figuras que tuvieron el privilegio de residir largas temporadas en Venecia, como Balzac, Proust, James, Byron, etc, y, ya en nuestro siglo, Pound y Hemingway, que dejó ver su conspicua humanidad en sus recoletos salones, aunque, por sus adicciones, seguramente era más afecto al Harry´s Bar.

La orquesta del Florian frecuenta un repertorio tradicional, como son los valses, las oberturas rosinianas o las melodias internacionales mejor conocidas. Recuerdo una tarde plomiza de primavera en que saboreé su delicioso capuchino siguiendo los compases de la Cenerentola de Rossini con sumo placer antes de recibir la nota de los catorce euros por la consumición. Pero, salvando estas contrariedades pequeñoburguesas, entre tales reducidas orquestas también se sorprenden importantes hitos, como esa memorable grabación de Wagner y Venecia, interptretada por una selecta orquestina del Quadri. Cada vez que se escucha su obertura de Tanhaüser, su Tristan e Isolda, se revive una incomparable experiencia, que nos hace recordar los pasos wagnerianos en las tardes brumosas, bajo las hondas campanadas del campanile que teñían de infinito los desvaídos colores del crepúsculo.

Se sabe que Wagner fue asiduo del Lavena, donde una placa de madera así lo conmemora; del Quadri conocemos que fue el lugar preferido de trasnoche de la fuerza de ocupación austriaca, tras cumplimentar  la temporada de ópera en la Fenice o la penumbra biliosa de los cuantiosos burdeles. En la actualidad, exhibe una linea de mayor modernidad que el Florian, concretada en una tendencia jazzística de su impecable orquesta, divulgando entre su clientela cierta atmósfera refinada de modernidad . En cualquiera de sus tres flamantes cafés resulta confortante dejar deslizarse las languidas horas de la tarde, convenciéndose de que uno se encuentra en Venecia, enclave irrepetible que nos confirma con su entusiasmo por una vez que la vida merece la pena de ser vivida.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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