Carta a Patty

Querida Patty:
Dicen que en tiempos de Cervantes ya se ejercía tu comercio en la calle de la Montera.
Se cree que la vida cambia pero es siempre la misma. Mujeres como tú vieron, por las generaciones, pasar
los días, los meses, los años, los siglos...apoyadas al quicio de la mancebía. Creyeron que la vida no marca
pero se engañaron: su hermosura pronto se transformó en nefando retrato.Quisieron ganar el mundo y lo perdieron todo.
Yo, de haber sido joven, como fui, hubiera sucumbido a tu fatal hechizo hoy y hubiera hecho tu vida más miserable y la mía más mezquina. El breve rato de goce nunca nos haría olvidar la pesadumbre del alma y nos sobrarían razones para maldecir nuestra vida baldía. Bajo el farolillo rojo, nuestros cuerpos descarnados, mientras se mancillaran en ese abrazo desigual, reclamarían un lapsus de amor, ese fondo inefable que buscan los sexos, un átomo de Gracia en la guarida del infierno. Pero no lo encontrarían. Nuestras únicas ganancias serían el peso de mi conciencia  y tus pocas monedas. Yo te las daría por nada si con ellas compraras tu libertad y no fueran, como son, el candado de tus cadenas.
Por hoy solo puedo lamentar tu suerte, y rogar a la `providencia que no vuelva a encontrarte, en el quicio de ese mismo portal, cuando regrese a Madrid y vuelva a descender la calle de la Montera, unos meses más apesadumbrado, algunas vivencias más viejo.
                                                                                          Besos, Paco



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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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