GETSEMANÍ

Es noche en  Jerusalén,
que a sus espaldas reposa.
La luna anuncia perfiles
entre un augurio de sombras.
En el huerto apartado,
se retuercen los olivos
con una artrosis de ramas,
mientras envuelve a sus hojas
un frío brillo de plata.
Desgarro de soledades
y una luna sola en lo alto,
cómplice y desguarnecida.
Un hombre apartado apura
bajo una sombra arbolada
el vaso de sus quebrantos.
Susurran sus labios, gimen
inquietudes laceradas,
brotan amargas palabras
sembrando de angustias su alma.
La noche sobre él cierne
su silencio atormentado;
en sus abismos de sombras
dijérase que se escucha
el sisear vil de una sierpe.
Su conciencia escarnecida,
crisol del dolor del mundo,
rezuma por su febril frente
tormentos que en sangre cuajan.
Herido de tantas penas,
no encuentra, procela amarga,
para su cabeza lugar
donde con paz recostarla.
Desde lo hondo del alma
un rayo de luz le alcanza,
la conciencia se ha acallado,
y resuelto, se levanta.
A sus íntimos advierte
de rumor de gentes y armas.
El Iscariote es escoltado
por guardias del sanedrín,
quienes entre codiciosos
y aterrados le replican
 feroces al quién buscáis
de su acuciante llamado:
¡Al nazareno Jesús!
¡Yo Soy!, les responde Él.
Y al vigor de su Palabra,
revelación de ÉL QUE ES,
fue su celo derrumbado.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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