Bienvenido 2020

El año ha entrado sin hacer ruido. Como si se hubiera descalzado para echarse a dormir. La media noche me ha sorprendido durmiendo en el sofá. La vieja película que había puesto en el televisor ha propiciado el sueño. En cualquier caso, bienvenido 2020. La fecha suscita referencias a la ciencia ficción. Por mi parte es el año en que ha llegado la jubilación. Es menester que Dios nos colme de prosperidad. La necesitamos. Proyectos hay muchos: continuar el blog, publicar de nuevo, remontar nuestra envergadura intelectual, leer mucho, viajar, acercarnos más a Dios. Suena un cd de Cat Stevens, antes de que venerara a Alá. Quien ha conocido de niño el cristianismo no puede a la ligera desviarse hacia otros dioses. El primer libro que me ha llegado este año es El genio del cristianismo, de Chateaubriand. Espero que Dios me ilumine para retornar a los relatos de fe, como hice en Aroma de Nardo y Naamán el sirio. No sé si serán algún día libros de éxito, pero Naamán casi lo escribí al dictado, como si guiara mi mano una voz interior. Escribir. Escribir es la realización del anhelo de quien yo quisiera ser. Cuando en la adolescencia vagaba por las radas portuarias tratando de satisfacer la sed de aventura, una voz me recalcaba que yo debía materializar aquellas vivencias del yo interior que demandaban una duración y, afianzado en la corriente, escapar como un baluarte del río del tiempo. Ha llegado 2020. A estas alturas no sé cuánto de mí ha quedado. ¿ Algo más que lágrimas en la lluvia? Espero que algo más que palabras. Aunque tales palabras sean el fruto más valioso que he engendrado. Tengo anhelos de perpetuidad, pero no quiero caer en la arrogancia de otros muchos. No quiero alardear de sabio, ni de la excelencia de mi prosa. Es necesario afrontar con humildad las tentaciones. Que el río de la vida suene, que su torrente arrastre toda la carga de alegría y penas. Acaso me reste por vivir lo más determinante de la vida. Consolidar los lazos humanos más estrechos. Contemplar de nuevo bellos horizontes. Venecia no está lejos. A ella volveré como hijo pródigo ¿ Me reencontraré de nuevo con el esplendor de Atenas? No sé. La vida es corta; el mundo, amplísimo. De cualquier forma 2020 ha llegado, redundante en su numeración. Habrá que esperar y ver lo que depara. En cualquier caso lo recibo y lo asumo, como es necesario para toda vivencia en esta vida y en este mundo.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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