una matiz de añil al aire,
una brisa que es caricia,
el sinsabor de la desdicha
al contraluz que trae la tarde.
Susurran apenas los labios,
siquiera el silencio rasgan,
con ese lento abecedario
que las palabras arman
en los escondido del alma,
que busca atónita el rastro
de esa voz que entre la calma
gozar añora su sueño casto.
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