Sobre la turbulencia de un río,
en el viejo puente de piedra,
supe que esas aguas llevaban,
sin preguntar hasta cuándo,
la memoria de la patria.
No hay duda que ahí naciste,
que entre su fronda creció tu simiente,
en esa tierra donde la naturaleza reina,
donde funden cielo, mar y montaña,
donde ruge el viento y la tormenta brama,
entre muñones de niebla que surge
desde los acantilados basálticos
entretejida de sueños y posibilidades,
denso fragor de entrañas que humean
en su oscuro vientre de minerales,
y en cuyos bosques las leyendas fraguan,
aguardando al nuevo sol, limpia mañana,
que bruñe las aspas de su heráldica.
0 comentarios:
Publicar un comentario