A esa alma que a mí alma ha desdeñado,
por qué la aguardo aceptando su desdén.
Ese anhelo que mis días malograron
y en la espera de las noches perdió su fe.
De esos besos que mis labios no gustaron
y de ese abrazo que nunca me estrechó,
jamás su ausencia los sueños completaron
ni el recelo de perderla mermó su temor.
Esos días son recuerdos malgastados,
decididos propósitos que nunca dieron a luz
y cuya urgencia tantea con dedos desesperados
la presencia que ansiaron y nunca llenaste tú.
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