VENECIANAS XXX: LEONES DE VENECIA

Uno de los símbolos más evidentes de Venecia lo constituye, de forma que configura el emblema de su bandera, el Leon alado. Éste no es otro que la representación alegórica de San Marco, el patrón de la ciudad. Contando con este patrocinio, esta imagen simbólica nos acompañará durante nuestro recorrido por la urbe y nos tropezaremos con él en los rincones más insospechados.

Se sabe que la efigie más antigua de León que conserva Venecia la podemos hallar sobre una de las columnas que dan entrada a la piazzetta, formando pareja con esa otra coronada por San Teodoro, antiguo patrón de la ciudad, venciendo a un saurio. Ese león, por sus caracteríscas, se nos vuelve sospechoso, pues su iconografía parece corresponder a un extraño canon. Lejos del naturalismo a que se ciñe el gusto occidental, su extravagante anatomía, que despierta similitudes con una especie de drago, sitúan su procedencia lejos de Venecia, quizá en esos otrora lugares míticos que fueran Katai o Cipango, lo cual nos remonta a Marco Polo.

A Venecia se la reconoce también como la República del Leone, hasta tal punto esta figura que podríamos calificar totémica habría calado en la idiosincrasia de la laguna. Desde que fuera robado el cuerpo de san Marco en Alejandría, el simbólico León alado pasó a ser el icono que representara la virtud y el carácter de la república marinera. Quisieron ver los venecianos en la poderosa imagen del león los atributos que mejor definían a su independiente polis, temida entre las naciones. Pues durante un tiempo, durante su milenaria historia, la república del león se hizo temer a lo largo y ancho de las costas mediterráneas. Y en estos leones venecianos, diseminados por tantos lugares de la ciudad, podemos ver las muestras claras de su botín, en el que queda expresado este dominio de los mares. No queda más que observar, por ejemplo, la efigies leoninas que custodian el Arsenal. Esta vez, éstos no representan la imagen alada de san Marco; son leones bien anclados en la tierra. Se presume que unos provienen de Delos, la afamada isla que en su día fuera cabeza de la antigua liga ática; otros, de Morea, el viejo y moderno Peloponeso; todos, en fin, procedentes de esos territorios que por un tiempo fueran súbditos de la Gran Serenísima Dominante.

Como venimos diciendo, Leones, esos reyes entre los animales cuyas excelencias se arroga la República, los encontramos dispersos a lo largo del plano de la ciudad; se los halla sobre los dinteles de la puertas, coronando en recatadas proporciones las balaustradas, sirviendo de ornato en los puentes, en los blasones acaso de los viejos palacios o destacando sobre las puertas y cercas de los jardines. Lo descubrimos dorado sobre el frontis de la fastuosa basílica, contrastando con el lapislázuli de su cielo estrellado; sobresale allí donde san Marco redobla su patronazgo sobre cualquier entidad, sea civil o religiosa; en el área de la plaza lo encontramos también realzando la fachada de la torre del reloj, como un viejo rey de la sabana africana oteando la manada humana que se arracima a sus pies; son memorables los dos expuestos en el exterior del palacio Ducal, el de la puerta de la Carta  y ese otro situado sobre el gran balcón institucional, ante cuya majestad se inclina el dogo Loredan. En definitiva, esa figura legendaria del León de San Marco, alcanza hasta los lugares inimaginables donde Venecia plantó su bandera, desde Verona a Constantinopla, desde Creta a Dalmacia.
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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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