Tenía su Aquél

 Tenía su "aquél",

como me señaló un amigo.

Era menuda, pero siempre

me gustaron las mujeres menudas.

La conocí sirviendo copas

tras la barra de un beódromo.

Acudía allí yo,

enamoradizo narciso,

a contemplar la belleza

que mi timidez idolatraba,

y que al igual que un creyente para con su ídolo

-pecado reiteradamente perpetrado-,

su imagen veneraba.

Sé que en ella a su vez anidó

un pequeño gérmen de simpatía.

Especialmente una noche sentí

su caricia como la esperanza

de un flotador tras del naufragio.

Hoy la he vuelto a encontrar,

hartos de cumplirse los años,

a unos pasos escasos

de donde me servía las copas del descarrío.

Ha sobrevivido entre la jungla de la disipación,

de donde yo tuve que huir como un pardillo,

como nenúfar sobre las aguas polutas.

Su belleza ya no seduce,

aquel aquél se ha desvanecido,

pero aún se conserva algo de la sal

con que se sazanaron aquellos viejos recuerdos. 


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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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