Tras leer a Tirteo


 Leo admirado, Tirteo,

tu loa encendida y solemne

a la furia guerrera.

La nobleza la ves en el hombre

que en el más crudo rigor de la pelea

se arroja a su pugna sin miedo a la muerte.

En cumplir lo que el valor reclama

señalas que reside la virtud suprema.

Tal vez lo ignoras, Tirteo,

pues tus días remotos no conocieron

la nueva proclama pacificadora

de ese Dios desconocido

que también venerásteis los griegos,

donde se advierte

que es en el amor y no en la guerra

donde se halla la meta

que debe perseguir el hombre

para alcanzar gloria perfecta.

En verdad, entre estas dos virtudes

la raíz del dilema se encuentra.

Pero bien sabemos, poeta,

que no hay mayor amor

que el de aquel cuya vida 

por sus iguales entrega

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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