La mano que mendiga

 La tarde que declina,

el tiempo se sosiega

con languidez de vino.

Pronto la noche

despertará sus monstruos.

Caminad paso a paso

el contraluz vespertino,

sentid la herida que sangra

el mundo en su agonía,

recontad esos dones

que enriquecen el alma.

En el camino

una mano que mendiga;

solo puedo dar el género

de dádiva que no sacia.

Ese vacío me acompaña,

así lo denuncian mis lágrimas.

Sé, sin embargo,

que hay un punto

donde el dolor del corazón place

y mía es la mano que postula.

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Francisco Juliá

Soy Francisco Juliá, y el deseo de este blog es llegar al mayor número de lectores, compartir una hermandad a la que nos invita lo íntimo de la conciencia.

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