La mar estaba en calma,
el alma tranquila,
sujetas las potencias subterráneas,
caminaba.
Las aguas mansas para la vela,
sin escollos la vereda.
¿Hasta cuándo durará
esa apariencia serena?
Pues cambio es la condición
de cada cosa, y no tardarán
el repecho y la tormenta.
Sin embargo,
no nos detendrán sus presagios...
¡ Habrá que resistir
a su fatiga y turbulencia!
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