El bolígrafo...estéril
sobre el papel yerto,
un rompecabezas de razones
en desacuerdo, y en el pecho
un crisol de sentimientos.
Aborrece
la llama fría en el alma
cuando no encuentras
otro argumento que silencio.
Es necio, porque tenemos
muchas cosas de qué hablar
y lo sabemos, pero
las guardamos para adentro.
La conciencia está habitada
de frases calladas que pugnan
por aflorar como susurro,
como palabra, como grito,
como un enjambre de gozos
y dolores que procuran el canto:
ese fruto que transforma
el quebranto en esperanza,
a la agonía que acongoja
en alabanza sobre penas,
a la lucha de las entrañas
en paz que recorre nuestras venas.
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