No puedo decir que la quiero como antes...
Es tan breve el presente y tan hondo el recuerdo.
Los días son aciagos si su memoria falta
y largas las noches abrazando una ausencia.
Proseguir ese deseo abre un sendero
de pasos inseguros, de metas inciertas,
de jornadas efímeras que repiten un crepúsculo.
No vale jugarse el todo en manos de un azar.
Prolongarse en la añoranza del encuentro lleva
a la ilusión de no resignarse a sí mismo,
de consolidar una esperanza sobre barro pasajero.
Han cumplido sus quebrantos la cruz
en mi pecho, allí se vieron la cara
el cielo y el infierno. No puedo decir
que ganó la dicha, pues en la cicatriz
de la soledad perduran los tormentos.
Beber de ese manantial de dulzura deleitosa
después de pagar el doloroso precio del amor:
agonizar en el madero hasta dar a beber tu sangre.
Amar es morirse a sí mismo para perdurar por el otro.
0 comentarios:
Publicar un comentario