Ya de antes conocía
que nuestro flirt sería breve,
que sería flor corriente
que se arranca de camino
para embriagarse de aroma
y arrojarla pronto al olvido.
Conocía ya de antes
y conocía su después,
esa imagen desengañada
de quien se pierde en letanías,
mientras se mira al espejo
considerándose viejo,
apurando un vino amargo
en un cochambroso café.
Por sus cristales miraría
la tarde que va muriendo
como va muriendo el alma
que no puede comprender.
Del vino a las soledades,
a qué poco la vida sabe
si se mantiene escondida
del corazón la verdad.
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